jueves, noviembre 17, 2005

EL CUENTO DE LA BRUJA

Durante un año y un día Caín trabajó al servicio de una Bruja, quien con la sabiduría de la sangre, lo ató más fuerte que a un prisionero. Lo visitaría de noche, forzaría a entregarle su sangre para sus secretos elixires y potentes fórmulas. Tomaría a los hijos de sus hijos y jamás volverían a ser vistos. Pero Caín era sabio. No volvió a beber su sangre. Y ella no se lo pidió, creyendo que él sería para siempre su esclavo. Una noche, en el bosque, Caín fue a ver a la Bruja, le habló de terribles sueños que tenía mientras dormía. Temo por mi vida, Bruja, temo la profecía de Ariel , y el ansia de mis hijos por beber mi sangre. Enséñame oculto saber que me haga poderoso entre los míos. Y la Bruja fue a un ciprés y arrancó una rama. Cogió un cuchillo y le sacó punta. Toma esta madera viviente, afilada, fuerte, y atraviesa el corazón de tus hijos rebeldes. Lo dejará inmóvil, y so tu voluntad. En lugar de beber la sangre de tu corazón, sentirá todo el peso de tu justicia. Caín dijo: gracias, madre. Y, moviéndose veloz, tomó la estaca de ciprés, la alzó y profunda clavó en el corazón de la Bruja. Pues Caín, sabio Caín, de ella no se alimentó durante un año y un día; y forzó su voluntad mediante sus manos, rompió el Vínculo que ella puso en él, y cambió su fortuna.