OCTAVA CASA: PÓSTUMAS II

miércoles, agosto 24, 2005

PÓSTUMAS II

"Hay quien ha venido al mundo para enamorarse de una sola mujer y, consecuentemente, no es probable que tropiece con ella".

Por lo que me considero privilegiado.

ESTE SOY YO

: Nombre: Hannibal; Ubicación: San Carlos, Chile

Franco, directo, amigo de mis amigos, que son pocos. Defensor de mis ideas, poco tolerante, me molesta la ineptitud y tropiezo con ella cada día, pareciera ser mi Karma.

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Â¡Â¡Un eco de la posteridad!!
Ãltimo discurso de Allende

"Esta serÃ¡ seguramente la Ãºltima oportunidad en que me pueda dirigir a ustedes. La Fuerza AÃ©rea ha bombardeado las torres de radio Portales y radio CorporaciÃ³n. Mis palabras no tienen amargura, sino decepciÃ³n, y serÃ¡n ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron como soldados de Chile, comandantes en jefe titulares... El almirante Merino, que se ha autodesignado comandante de la Armada... MÃ¡s el seÃ±or Mendoza, general rastrero que sÃ³lo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al gobierno, tambiÃ©n se ha denominado director general de Carabineros... Ante estos hechos, sÃ³lo me cabe decirles a los trabajadores: Â¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un trÃ¡nsito histÃ³rico pagarÃ© con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregÃ¡ramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrÃ¡ ser segada definitivamente. Tienen la fuerza; podrÃ¡n avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos. Trabajadores de mi patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sÃ³lo fue intÃ©rprete de grandes anhelos de justicia, que empeÃ±Ã³ su palabra de que respetarÃa la ConstituciÃ³n y la Ley, y asÃ lo hizo. En este momento definitivo, el Ãºltimo tal vez en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lecciÃ³n: el capital forÃ¡neo, el imperialismo, unido a la reacciÃ³n, creÃ³ el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradiciÃ³n, la que les seÃ±alara el general Schneider y que reafirmara el comandante Araya, vÃctimas del mismo sector social que hoy estarÃ¡ en sus casas, esperando reconquistar el poder por mano ajena, para seguir defendiendo sus granjerÃas y sus privilegios. Me dirijo sobre todo a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyÃ³ en nosotros, a la obrera que trabajÃ³ mÃ¡s, a la madre que supo de nuestra preocupaciÃ³n por los niÃ±os. Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los profesionales patriotas, a los que desde hace dÃas estuvieron trabajando contra la sediciÃ³n auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clase para defender tambiÃ©n las ventajas que una sociedad capitalista les da a unos pocos. Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron, que entregaron su alegrÃa y su espÃritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serÃ¡n perseguidos. Porque en nuestro paÃs el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente, en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando la lÃnea fÃ©rrea, destruyendo los oleoductos y los gasoductos, frente al silencio de los que tenÃan la obligaciÃ³n de custodiar los bienes del Estado... La historia los juzgarÃ¡. Seguramente radio Magallanes serÃ¡ acallada y el metal tranquilo de mi voz no llegarÃ¡ a ustedes. No importa; me seguirÃ¡n oyendo. Siempre estarÃ© junto a ustedes. Por lo menos, mi recuerdo serÃ¡ el de un hombre digno, que fue leal a la lealtad del pueblo. El pueblo debe defenderse pero no sacrificarse; el pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede entregarse. Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. SuperarÃ¡n otros hombres este momento gris y amargo donde la traiciÃ³n pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que mucho mÃ¡s temprano que tarde, de nuevo abrirÃ¡n las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor. Â¡Viva Chile! Â¡Viva el pueblo! Â¡Vivan los trabajadores! Estas son mis Ãºltimas palabras. Tengo la certeza de que mi sacrificio no serÃ¡ en vano; tengo la certeza de que, por lo menos, habrÃ¡ una lecciÃ³n moral, que castigarÃ¡ la felonÃa, la cobardÃa y la traiciÃ³n".

OCTAVA CASA

miércoles, agosto 24, 2005

PÓSTUMAS II

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